Buenos Aires 2009 y las cuatro estaciones


Bien lo dice mi buen Sergio Naranjo, “el maratón se corre como venga, llueva, granice o caigan patos asados, esa es su gracia, no es para cualquiera…”, no por nada lo apodan “El Gladiador”. Pues bien en Buenos Aires esta frase se aplicó a cabalidad. Estábamos preocupados pues se nos venia una tormenta. La noche del sábado disfrutando del partido de Chile que nos dio el pasaje a Sudáfrica 2010 se ha largado una tormenta pesadísima, aguacero impresionante con truenos y todo, esa noche la pasamos medio preocupados. A la mañana siguiente lo peor había pasado, nos dirigimos a la partida, ya no llovía, en su lugar una fuerte humedad y nubes nos cubrían.
Ya prestos en la largada en Núñez, nos damos los apretones de mano de rigor, deseos de éxito a cada uno de los compañeros y se larga el VIII Maratón de Buenos Aires con 3700 maratonianos más 5000 que iban por los 21K.
Los primeros 6 kilómetros de Palerlmo a la Recoleta sudaba como nunca, gracias a Dios comenzó a soplar un fuerte viento que refrescaba, me pasan Gallardo y Vargas (quienes habían llegado a las 3:00 AM producto del retraso de su vuelo por el temporal, ¡durmieron 2 horas!), me voy con Felipe Benavides como hasta el 10K, en ese punto comienza una llovizna que se incrementó minuto a minuto, al llegar a San Telmo, se larga una ventolera de frente dura-dura, que se prolonga hasta la Boca y Puerto Madero. Al llegar a la Marca de 21.1K paso a Sergio Molina; luego por el kilómetro 28 el clima se hace benigno, cesa el viento, la lluvia y las nubes aportan una rica luminosidad y frescor que me invitan a acelerar. Duró poco, kilómetro 33 junto al río de la Plata sin protección de edificio alguno el viento vuelve a ser problemático, en el 35 luego de un paso bajo nivel llegamos a los Bosques de Palermo, un bello parque tipo Central Park donde abre maravilloso el sol y comienza un calorcito que incrementó la temperatura. A esas alturas el cansancio se comenzó a sentir pero la cercanía de la meta subía los ánimos. Kilómetro 40, retomando la arbolada Av. Figueroa Alcorta hacia la meta en Núñez, meta que aunque no visible por ser una larga curva estaba a escasos 800 metros. Ya aparecían las graderías y, por un instante, me transporté a New York, era como estar en el Central Park con mucha gente –muchísimos chilenos- gritando y alentando. En es punto un grupo de apoyo Santiago Runners que habían corrido los 21K me dan su apoyo, “¡dale Adrián, a los 3:12, dale!” como venía medio topado Sergio Rodríguez se me coloca en mi flanco izquierdo, me acompaña unos 400 metros y me alienta: “vamos, alarga el paso, levanta esas rodillas, vamos con ese ritmo, ¡vamos!”. Y valió la pena, esos últimos 800 metros desconté los 10 segundos necesarios para lograr 3:12:58 mi nuevo record, ¡¡feliz!!!
Y no fui el único, Pancho Olivarí gran nueva mejor marca con 3:11:45, Rafa Reyes se sacó la espina que le clavaron los Marcianos de Rosario y con sendas 3:17:30 clasificó a Boston con propiedad, Javier Aldunate en su primer maratón con menos de 24°C logro una marca personal de 3:16:33 sin calambres, la Mariana bajó las 4 horas lo mismo que Mery, y no fue por poco. Hubo 5 SR que bajaron las 3:00 (Espinosa -el mejor con 2:53:39-, Fernández, Letelier, Gallardo y Vargas en ese orden), otros 5 bajo 3:15 y tres bajo 3:20. Creo que fuimos el club con mejores tiempos promedio y eso que compitieron muchos chilenos (calculo alrededor de 120).
Por la noche fuimos al Happening de Puerto Madero. Así es la cosa, nos toco vivir las cuatro estaciones en una mañana inolvidable y mi buen Sergio Naranjo como veterano soldado de tantas batallas en su apreciación tuvo razón. Esta no fue un maratón para cualquiera, de hecho ningún maratón lo es, y es eso lo que lo hace tan especial, atractivo e  invaluable.


Adrián Rodríguez

Celebrando la clasificación de Chile a Sudáfrica en nuestra pieza

A 400mt. de la meta atizado por Sergio R.

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