Puerto Varas nunca decepciona


He ido a Puerto Varas desde 2007 y siempre para correr sus 21K, pero el año 2011 me vi impedido de asistir puesto que hube de ir a correr Berlin, y bueno, a un mes de una maratón tan importante y lejana tuve que bajarme de mi querida ciudad sureña.
Este año, me llevé un par de sorpresas, la primera y que me desilusionó bastante (y a  mi amigo Jorge Plaza también) fue que la deliciosa cerveza Colonos del Llanquihue que tantas veces sació mi sed y deleitó ya no se fabrica, en su lugar hay otra de nombre Stoller, más amarga, rojiza y potente, pero menos vibrante que mi querida rubia debilidad.
Otra sorpresa fue el hotel. En estos 5 años he pernoctado en los mejores hoteles de la zona y ahora optamos por el Cumbres Patagónicas, nos atendieron diez puntos, todo muy cómodo y acogedor, no voy a decir que fue un hallazgo pues no pretendo pedir aquel crédito (Pancho Olivari me lo había recomendado bastante), es como un hotel boutique pero de 100 habitaciones con maravillosa vista a los volcanes y lago. Con un exquisito Spa, del que probé la piscina e hidromasaje -la Pauli se “ensañó” con el sauna, jeje- con obviamente vista al lago desde el 7º piso.
El clima es otro factor a considerar, ya habituado a los caprichos sureños me da igual correr con lluvia o frío pero la posibilidad de correr con aquel viento lacustre me llegaba a asustar, es que es muy fuerte, hace que la lluvia se convierta en agujas líquidas y que las piernas bailen casi hasta tropezar al correr. Pero otra grata sorpresa, ¡los tres dias con sol!
Si de comer se trata La Olla no defrauda, de precios razonables unos buenos congrios de tremendas proporciones, pailas de mariscos múltiples y postres caseros me hicieron flaquear  en mi convicción de no caer en gula. Lo único malo, quedamos junto a la cocina y mi ropa quedó pasada a pescado, la Pauli me agarró pa’l leseo todo el día, menos mal que no andaban muchos gatos a la siga. En contrapartida el resturant italiano D’Alessandro al que fuimos el sábado por la noche se estropeó. Carísimo y la atención como la mona, una mesera cubana harto enredada y eso que eramos a penas cuatro mesas. Nada, la próxima a otro y sanseacabó. 
Conocí el Dreams Casino ya que fuimos con la Pauli, Jorge, Carolina, Carlitos y la Mini a un concierto de Natalino la misma noche del sábado. Cantan bien estos cabros pero a la hora estaba cabeceando, asi que nos devolvimos al hotel, tranquilos pues la carrera comenzaba convenientemente a las 10:00 am.
Este nuevo horario me permitió levantarme muy tranquilo, tomar un desayuno liviano y calentar muy encima de la partida. El día espléndido: despejado, 10ºC, sin viento. De hecho primera vez que corro sin mangas ni guantes. En el sector de la partida otra linda sorpresa: me encontré con Felipe Anguita y la María Inés, nuestros amigos de Rapa Nui. Se entusiasmaron tanto que crearon un club de running para los empleados del fundo lechero en Ranco, los “Runners Rural”. Y se pegaron el pique con los empleados en dos autos desde Lago Ranco a Puerto Varas el mismo día, ¡notable!
Comienza la carrera, iba con un plan de carrera conservador guiado por pulso, pues solamente estoy haciendo base aeróbica y bicicleta para mantener mi forma. Sin embargo mi pulsómetro falló y tuve que correr por sensaciones. Fue lo mejor, me sentí libre y entré en un diálogo con mi cuerpo muy enriquecedor. Ya en el punto de retorno en Playa Nicklitchek me sentía entero, nunca me faltó en aire, pero si las piernas cuales tenía enfundadas en musleras y tobilleras compresivas que fueron de gran ayuda, dándome la confianza para apretar pese a los dolores propios de esta demoledora carrera. Finalmente llegué en 1:31:45, algo impensado para lo que vengo corriendo. Quedé feliz aunque confieso que adolorido como después de una maratón. Mis amigos sacaron podio, Jorge y Sergio Molina 1ºs, y Carlitos Rumié 3º. Por mi parte salí 6º en mi cat. y 49 en la general, nada mal.
Volvimos al hotel para ducharnos, tomé una siesta reponedora y almorzamos ahí mismo un buffét muy rico con los amigos SR, un grupo pequeño pero entretenido.
Por último ya en el aeropuerto nos ofrecieron U$160 y cena por cambiar nuestros pasajes para el siguiente vuelo (que salía a penas 50’ después). Acepté gustoso y terminamos sentado providencialmente detrás de Carlitos y la Mini, jaja.
Como ven este viaje a Puerto Varas fueron puras lindas sorpresas, se que pueden pasar tres, cuatro, seis años para que se repita lo del clima, rico del grupo, etc. Por lo mismo atesoraré este viaje como uno de los más placenteros.


Jorge, Carola relajados con al Xime en el lobby

Almuerzo en grupo post carrera

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