Por confiarse en el reloj, Costa Pacífico 2013

Esta era mi 7ª media maratón Costa Pacífico, como ha sido habitual fuimos a buscar nuestros números al Conference Town. Todo muy lindo y organizado, con una feria pequeña pero bellamente dispuesta en los jardines del hotel, allí conversé largo y tendido con Israel Escudero de Compressport y me compré unas calzas de lujo. Luego me encontré con la Mabel Alvarez, la Pame con Carlitos Gallardo y la Anita Sánchez. Pura buena onda.
"¡Que lata que los buses partan a las 5:00 AM!" me comentó Mabel. "No seas lesa, tómate un taxi y vas a poder dormir hasta las 6:00 AM", le respondí. Es lo que hemos estado haciendo desde el 2009 y nunca hemos tenido un problema. Nos despedimos y partí a mi hotel a almorzar un exquisito salmón con una cerveza, sí, cerveza antes de un 21K, algo que mi amigo Manuel Oyarce me inculcó por el 2008, ¡pero solo una!
La tarde se pasó flojeando con la Pauli en la pieza, viendo el partido de O'Higgins contra la Unión, dando un paseíto por la tarde y ordenando mi kit de competición. Mi idea era correr en algo como 1:29' y por lo que había revisado de los resultados 2012 podía incluso optar a podio en mi categoría si lograba 1:28'. Llamé al taxi y lo agendé para las 6:30AM saliendo desde Reñaca. Tiempo suficiente para llegar 30' antes de la salida a la partida de los 21K en Ritoque.
Nos despertamos por el ajetreo de los vecinos a las 5:00, "¡Qué pasteles esto tipos, se van a cagar de frío por llegar tan temprano!" le dije a la Pauli. Recién a las 5:45 nos levantamos y ya a las 6:20 ibamos en ruta a Reñaca.
Tomamos el taxi a las 6:30 como planificamos y partimos a dejar a la Pauli en Con Con, donde un amigo de la Vale iba a subirse para debutar en 21K. Enfilamos por el camino costero hacia el norte, todo iba bien hasta que un carabinero nos desvió y estuvimos dando vueltas por Con Con. Cuando bajamos hacia el restaurant la Perla del Pacífico a 500mt de la partida de los 10K, otro carabinero nos bloquea el paso y tuvimos que encaminarnos hacia la rotonda de la refinería. Para cuando el Paolo pudo subirse al auto mi reloj marcaba las 7:05. Tiempo algo justo para llegar a Ritoque, hasta que un tercer hombre de verde nos negó el paso y terminamos yendo hacia Puchuncaví. "Cagamos" pensé.
Como Paolo debutaba, no quería ponerlo nervioso así que me entregué, conversamos de maratones, la de Nueva York en particular, le di algunos consejos y le remarqué que no se preocupara pues la gracia de los chips es que uno sale tarde pero igual le marcan el tiempo.
Finalmente llegamos 10 minutos tarde, y sin calentar nada trotamos hacia la partida, cuando me percato que "¡habían levantado la alfombra del cronómetro!". Quedé boquiabierto, el pobre chico no podría tener su tiempo real. Le desee buena suerte y, aun incrédulo, me lancé a correr una solitaria carrera que para colmo no sería oficial.
Recién en el kilómetro 4 alcancé a los rezagados, y en el 5 al pelotón. Se me pasó por la cabeza muchas veces aflojar el ritmo, tal vez no sería una mala idea esperar a Paolo y ayudarlo con su objetivo, pero un bichito me decía "sigue". Cuando llegué a las lomas mi ritmo se me fue a la cresta, y en la "cuesta de los champiñones" incluso se me hizo dificultoso pasar a los rezagados que iban a ritmo cansino. Allí pensé en abandonar. Me acordé de las enseñanzas de Mark Allen cuando su mente le jugaba en contra y cómo la dominaba con meditación Huichol. A mi lo Huichol no me resulta, traté de aplicarla, invoque la imagen del ciervo en el círculo y no se me apareció ni Bambi. Pero me sirvió para concentrarme en mi respiración y en el momento, zancada a zancada.

Al retornar a Con Con vi que por mi cronómetro podía lograr mi objetivo, con 48:40'' y 10K por correr podría bajar al menos la hora y media si mantenía el ritmo. Sentía mis zancadas firmes, cada paso lo daba con fuerza, sentía las irregularidades del pavimento y mi respiración era intensa pero serena. Mis dudas se habían despejado y solo sentía el suelo, la cadencia y vislumbraba la meta en mi mente. Después de sobrepasar a más de 600 corredores desde mi dilatada partida logro tomar la última curva del circuito con mis piernas fluyendo suavemente, rodillas altas, pique final sin ahogo alguno y logro 1:28:28''. Mi segunda mejor marca personal. Marca que logré solo, a pura cabeza, contra mis fantasmas y frustraciones, esto fue lo que más valoré. Después de esta experiencia sé que por cabeza no me quedaré corto en mi afán de bajar las 3:00 horas.

Valió la pena, el podio podrá esperar (igual no me habría alcanzado ni para tercer lugar este año). Y el debutante que iba a tratar de bajar de 1:50' hizo 1:42', más feliz no podía estar. Ese café que nos tomamos con el grupo y la satisfacción en la cara del chico, la Vale y la Negra (su novia), eso es imborrable.

Por último, el pastel terminé siendo yo y no mis vecinos madrugadores. Moraleja: nunca más llegaré con menos de una hora de anticipación a una carrera.



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