Siempre he sido un corredor
de calle, me gusta el tema del ritmo y la homogeneidad que otorga el asfalto, y
la explicación que encuentro es que desde pequeño fui inquieto pero hiperlaxo,
lo que me valió innumerables botas de yesos por esguinces provocados en juegos
y excusiones por cerros.
Sin embargo, luego de ocho
años corriendo en pavimento y tras la maratón de Montevideo del mes pasado,
quise probar algo nuevo y refrescante, pero de calidad probada. Aculeo me cayó
como anillo al dedo, pues es una carrera con 12 años de tradición, tiene una
parte de cerros y un buen tramo asfaltado (¡lo mejor de los dos mundos!). Ideal
para un novato en estas lides como yo.
Muchos amigos la han corrido
varias veces, algunos más de diez. Y siempre me relataban lo entretenida pero
dura que era. Como sólo he estado trotando unos 50km semanales por gusto,
decidí “tomármela con andina” y dejé mi reloj en a casa, ¡adiós a la dictadura
del cronómetro y el GPS!, ¡Bienvenido a jugar!
Llegamos a las 9:00am al
camping Los Álamos junto a mi señora y Carlos Gallardo quienes fueron a
apoyarme. Retiré mi número, diviso a Felipe Van der Wyngard y la Pame Tastest.
Saludo a mis amigos del Santiago Runners y nos quedamos echando la talla hasta
el inicio de la carrera con Pancho Olivari, Carlitos Rumié y muchos otros.
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Carlitos Rumié y su hija Pamela en primer plano. Yo en un segundo, Alberto Novoa y Gonzalo Poblete en tercer plano |
Como no había llovido los
últimos diez días no iba a haber grandes pozas ni exceso de barro, el día estuvo
nublado y fresco, perfecto. Le dije a mi señora y amigos que calculaba,
llegaría por las dos horas 10 minutos a un ritmo cómodo. A las 10:00am en punto
Rodrigo Salas, de Olimpo, dio la partida, yo perdido entre los 230 corredores, muy
relajado fijándome en las piedras y surcos del camino, “¡no quiero esguinzarme!”
me repetía. Cuando tras los primeros kilómetros empezaron unas empinadas
subidas, repecho, subida y más subida, la laguna se apreciaba lejos y abajo. Y
súbitamente, como en una montaña rusa, unas bajadas tremendas.
Para mi las bajadas son un
regalo, me salen fácil, y empecé a descender velozmente, pillando a varios
corredores una y otra vez. Otra subida larga a pura cadencia y la bajada en
“trineo”. Sin proponérmelo me sentí tan bien que le empecé a meter ritmo y se
acabó el paseo: comenzó la carrera.

Una vez frente a Carabineros
me figuré más o menos cómo iba a enfrentar los tramos finales. Mis piernas
comenzaron a alegar por el trajín de los cerros. Me dolían mi gemelo y banda
iliotibial derecha cerca de la rodilla, pero no bajaba el ritmo. El paisaje es
maravilloso y la ruta mucho menos ondulante, lo que hacía menos tortuosa la
situación. Me pasaron un par de corredores a un ritmo fuertísimo “cielos,
¿estaré guateando o estos tipos son secos?” me preguntaba. Pero como seguí
pasando –con dificultad- a otros corredores me incliné por la segunda opción.
A lo lejos veía a un a línea
de corredores y tras cada curva me decía “ahora van a desaparecer, allí estará
la entrada al camping”, pero no, por allá se seguían viendo, lo que me
descorazonaba. El final fue una carrera a ciegas y sabía que me quedaría sin
bencina pronto. Mi mente inició un diálogo: “Aguanta hombre, ¿o mejor aflojo?,
¡no! Quiero llegar pronto. Pero me duelen las piernas. ¡Nica yo sigo!” en eso
estaba cuando gran sorpresa: No más corredores a la vista, ¡El camino al camping!
Doblo por el camino de
tierra, un fornido corredor que había empezado a caminar me ve y retoma el
trote, lo trato de pillar pero el camino pedregoso y mis ajetreadas piernas no
me lo facilitaban. Fueron largos esos
800 metros finales, no logré pillar a ese corredor. Entro al camping, el
locutor me da la bienvenida “Allí viene
Adrián Rodríguez en 1 hora 55”. ¿¡Qué!?
Cruzo la meta en 1:55:53 incrédulo, había corrido 26 kilómetros a un ritmo de
4:27min/km. Quedé 35 en la general y 6º en mi cat. 40-44. Muy contento con mi
debut.
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Cruzando la meta |
En la llegada me topo con
Felipe Van der Wyngard nos saludamos (nos conocimos en Isla de Pascua el 2012).
Le pregunto cómo le fue, “gané, ¿y la Pame? Debe estar por llegar” me comentó.
Felipe ganó con 1:33:47 y Pamela ganó en 2:02:56. Un nuevo triunfo del
matrimonio Vande-Tastest.
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Completo puesto de comida para los corredores |
Mis amigos del SRC fueron
llegando, la buena onda de los corredores es notoria (ahora sé porqué se
autodenominan “La Cofradía”, fui parte de ella), había café, té, leche, milo,
frutas, chocolates, galletas, ¡hamburgesas!. Un grupo de masajistas aliviaba
las piernas de los corredores. Los acompañantes de algunos atletas comenzaron a
hacer asados. Una fiesta.
Nosotros no habíamos planificado un asado, menos
con ese frío. Con que decidimos pasar al Restaurant Bavaria de Paine para darme
un gusto, un completísimo sandwich de jamón de Praga con medio litro de
cerveza, total ¡me lo había ganado!. Los siguientes tres días pagué mis ímpetus,
anduve molido como cuando corro maratón, así de dura es
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