Sub 3:00 al fin ¡Paris Je t'aime!

Mi primer acercamiento al Maratón de París fue en 2008  hablando con Pato Goycoolea donde me comentó que su PB de 3:08 lo había hecho  y bebiendo champaña la noche  previa de la polla. En el año 2010, tras correr un desastroso Maratón de Londres del cual Sebastián fue testigo (sobre-entrenado y llegando el viernes de madrugada por el puto volcán islandés que dejó la cagada con los vuelos en toda Europa) pasé mi siguiente semana reponiendo energías en París.
Caminando por en Pont Neuf desde la Illé de France veo la ribera del Sena y le propongo a la Pauli correr Paris, ella viendo los adoquines me dice que ni cagando porque se haría pebre los tendones (literalmente el talón de Aquiles de mi señora). Paris descartado y puse los ojos en Berlín para completar los 5 Majors antes del invento/negociado de Tokyo. 




Sobre el río Sena en 2010 con el Grand Palais de fondo

Pasado el tiempo, y después del salto de Nicolaides el 2011 de cuando en vez y a modo de talla al planificar el año maratoniano le decía a la Pauli "¿y si corremos París?", "No, hay tantas mejores" me respondía, y a mi la verdad no me calentaba tanto correrla,, menos para hacer marca. Mi intención hacia París siempre fue por su chapa de 6º Major Honorario, porque ¿quién en su sano juicio no querría correr aquí si tuviera la oportunidad?
Hasta que pasó algo que giró la rueda, Jorge con su 2:47 en 2012 y el entusiasmo que mostró. Vendió tan bien la carrera que creo hizo ver París como una opción real tanto a Paulina como a mi. Luego de un largo periplo por Boston, Rosario, Montevideo, Niagara y Chicago en 2016 buscamos un maratón en Europa dado que visitaría a mis parientes en Génova. Candidatas: Milán y Turín por cercanía; Rotterdam y Ámsterdam por historia reciente; Hamburgo porque dicen es extraordinariamente bien organizada y rápida, y París. Las dos primeras descartadas por lo desordenado que son los italianos, Rotterdam aparte de ser ciudad chica y no muy atractiva, después de lo del proyecto de Omar nos dió una lata atroz (no creo que alguna vez vaya a correrla), Ámsterdam por correrse en otoño Europeo (preferíamos primavera). Finalmente ¿Hamburgo o París? Y salió París! Conocíamos el barrio del apart hotel a diez cuadras del Arco del Triunfo, nos encanta cocinar, los vinos, la vida nocturna, vagar en esta ciudad que según dicen es la más hermosa del mundo.
Cómo bien saben, puse mis fichas para bajar las 3 horas en Chicago, iba tan bien preparado que incluso me aventuraba a decir que estaba para 2:58 (mis proyecciones apuntaban entre 4:14 y 4:18), finalmente por desconcentración y vaya uno a saber (mala estrategia y/o sobreponderar mis capacidades) terminé amargado con un 3:02:01, precisamente a 4:18m/km. Allí el apoyo de ustedes fue muy importante. De todas las frases me quedo con una de Sergio: "tranquilidad, te pegaste un salto importante, son solo tres segundos por kilómetro, lo entrenas y a la otra sale".
Pero les confieso, quede drenado, física y mentalmente. No tenía ganas de planificar otro maratón para bajar las 3 horas. Habiendo corrido como las pelotas en la humedad de Disney, la desilusión de Chicago a los 9 meses y ahora sacarme la cresta preparando París... Tres maratones en 16 meses. ¡mucho para mi! La verdad, necesitaba más unas vacaciones en México que una maratón y vacaciones en Europa, estaba agotado mentalmente.
Pero ya tenía todo comprado, pasajes, hotel, mis tías esperándome en Génova (no me ven hace 15 años!). Y preparé París con seriedad como siempre, pero nunca pensando en bajar las 3 horas.
A medida que iban pasando los meses de verano me iba sintiendo mejor. Me acostumbré a realizar los duros trabajos​de umbral con temperaturas de hasta 34ºC en ese enero del terror, luego pista con 28 a 30ºC en febrero y marzo. Fue muy duro, pero agradable también esos trotes con Carlos Sebastián y Sérgio los martes por la mañana. Me refrescan la mente.
Así cuando llegó marzo, di un leve giro al entrenamiento y realicé más trabajo de series de 1600m para desarrollar lo que Sergio llama potencia aeróbica. Luego los trabajos de ritmo de maratón salieron regulares, aunque mi pulso muy bajo. Sacando la cuenta y tras el 21K de Stgo. Estaba para correr entre 4:15 a 4:20 (de hecho se lo comenté en un Starbuks a Carlos). Así, mis proyecciones apuntaban a un rango entre 3:03-3:05, y con algo de fortuna climática tal vez un 3:01. Una cosa tenía claro, mi meta era disfrutar el recorrido y llegar contento (antes, en Chicago llegué amargado, cuestión de expectativas).

La mañana de la partida.

Alojamos en un departamento a diez cuadras del Arco del Triunfo, la partida es en Av. Campos Eliseos pero la llegada está en Av.Foch a unas diez cuadras. Allí se dejan los bolsos y luego se parte a encajonar. Me llamó la atención lo rápido y la poca revisión de los bolsos en un mundo con tal paranoia terrorista, y aquí saben bien de atentados (recuerden las balaceras en Charlie Hebdo y La Bataclan). Me despido de la Pauli con un beso y abrazo, nos deseamos suerte y salud y partimos al encajonado.
Yo quedé en el primer corral tras los élites gracias a que Diego Eluchans me regaló su número de corral elite, pues estaba inscrito para correr tanto París como Rotterdam y se decidió por esta última (de hecho viajamos en el mismo avión y, curiosamente, en la misma fila de asientos). Algo super importante pues si bien el primer kilómetro es amplio el segundo se estrecha bastante (París como muchas capitales Europeas tiene calles bastante angostas). Para evitar esto la organización hace pausas de tres minutos entre corrales, muy inteligente medida, así todos logramos correr con espacio. En el corral entre la multitud divisé a Ricardo Gebauer "aquí está quien será el primer chileno aquí", pensé. No sospechaba que la presencia de Gebauer iba a ser fundamental los últimos tres kilómetros de mi maratón

El circuito de la carrera

La bajada por los Campos Elíseos es maravillosa, con las Tuillerias y la enorme Rueda de la Fortuna esperándonos, así que hay que tener ojo en no salir como loco y conservar piernas, Jorge fue bien enfático en decírmelo el domingo tras el MDS "no te vuelvas loco, hay que aguantarse aunque cuesta bastante". Luego uno rodea el famoso obelisco de la Plaza de la Concordia (mismo lugar donde se emplazó la infame guillotina durante la Revolución Francesa) para tomar Rue Rivoli camino a la Bastilla.
Se pasa por frente al hotel Crillón original, la Place Vendôme, junto al Louvre camino a la Bastilla, uno se siente como uno de los primeros revolucionarios franceses realizando ese recorrido, ¡A tomarse la Bastilla, en el kilómetro 5!
Luego uno toma una diagonal larga y muy bonita con casitas bajas, parece más un pueblito inglés, en el Fabourg Saint Antoine, Rue de Reuilly, camino a uno de los dos bosques que recorre este maratón (bosques que ahora son parques). En el 10K uno ingresa en el Bosque de Vincennes, lugar donde se encuentra con el magnífico palacio del mismo nombre, acá se recorren nueve kilómetros, bien arbolados, los que en un soleado y templado día se agradece.
Saliendo de este bosque/parque de retorna a la Bastilla y poco antes están los 21.1K en la amplia avenida Daumensil. Mi plan de carrera consideraba dividir la ruta en tres tercios: 14K-28K-42K si pasaba cerca de una hora cada uno podía batir mi marca de 3:02:01, los primeros 14K los pasé en 59:30, lo que me daba un colchón, así llegué al 21,1K en 1:29:32 muy similar a Chicago, iba bien controlado por mi medidor de potencia Stryd y ojeando mi pulso. Bien, pero no del todo cómodo.
Aquí algo ayudó bastante y que les comento a continuación. El tramo más latero de todo maratón es entre el 22K y el 29K, algunos lo llamamos "el páramo" puesto que después del 21K todo vuelve a fojas cero y hay que aguantarse hasta el 30K para ver cómo se dará ese maratón, si uno se pegará con el muro, o tendrá resto para "rematar". Pregúntenle a cualquier maratonista con experiencia y les dirá "El verdadero maratón comienza en el kilómetro 30". Esta vez, esos kilómetros recorren lo más hermoso de París, pues en el 22K se ingresa a la autopista en la costanera del río Sena, se aprecia la arquitectura majestuosa de la Isla de​ Francia con la catedral Norte Dame, se pasa bajo los maravillosos puentes de Napoleón, el Museo d'Orsay (lugar de la colección más maravillosa de la escuela impresionista), el Louvre nuevamente para salir junto a la majestuosa Torre Eiffel en el 29K. Todo este alucinante recorrido con bandas de música, gente alentando sobre los puentes y tres túneles en los que ponían música zen, con instalaciones fotográficas, gigantografías y efectos de luces. ¡Espectacular!
Llegado el 33K se ingresa en el segundo y último bosque/parque, el Bois de Boulogne, se corre junto al hipódromo y para los amantes tenis se pasa por Roland Garros. Yo fiel a mi plan ví que en el 28K había pasado justo un minuto por debajo de las dos horas, así que si quería romper mi marca debía sostener un ritmo a 4:19 el kilómetro. Pero había un bichito que me empezó a picarme el oído "¿y si es que no declinas y sostienes 4:15?... Y bajas las 3 horas" sinceramente era más de lo que podía soñar, así que seguí a ritmo de potencia manteniendo la postura y cadencia, lo primero lo primero, vamos a tratar de hacer nuevo PB.
Se transita por este bello bosque donde había mucho público alentando, controlado veo que en el kilómetro 35 hay un cronómetro marcando 1:29:30, saco las cuentas, "7.2K en 30 minutos... esto va a doler", ya a esas alturas 11:00 de la mañana el calorcito se hacía sentir, unos 18 grados pero el sol pegaba. Así que misma actitud, veamos qué pasa y a aperrar. Cuando poco antes del kilómetro 39 en avenida Longchamps veo a un corredor conocido pero que venía muy desarmado en su forma correr ¡no puede ser, Gebauer! Junto fuerzas y orgullo, sacó pecho y corrí como con resortes cuando paso junto a él "¡vamos Ricardo!" Espeté. Y es que por un lado quería sentir que podía ser el primer chileno aquí, por otro lado estaba sorprendido de poder ganarle a ese monstruo imbatible para mí y por último saber que no se merecía el zorpazo a lo bandido siendo un tipo tan bueno y correcto. Esto hizo que forzará mi tranco ese kilómetro 39 hasta llegar al futurista edificio de la fundación Louis Vuitton.
A falta de dos kilómetros aparece el último reloj del recorrido 2:50:40. "Mier... Ahora si que va a doler" me quedaba el raspado de la olla y mi única esperanza era que los últimos 200m son en una pronunciada bajada. Confiando en que mi pasado de velocista me ha dado un más que respetable remate final, logro pasar el 41K con el cuchillo en los dientes. El 42K momentos de flaqueza, juegos mentales, "tres horas no es malo igual es un gran avance", "no pues ¿te acuerdas de Chicago?  Prometiste nunca volver a sentir ese  sentimiento de derrota" o "¿vas a perderte está oportunidad única?" Así hasta que llego a la rotonda Place de la Porte Maillot y doblo a la derecha por Avenida Foch. Meta a 200m, no alcanzo a divisar el cronómetro, pero no hay tiempo, mis compañeros de ruta salen cuan estampida de caballos, todos estamos juntos en la misma, picando con todo para bajar las tres horas, a full. Mi pensamiento fue ¡que chucha, bien vale el vomitar las tripas! Me pego a dos franchutes, levanto los ojos a cien metros cronómetro 2:59:44, no se de adónde pero estaba corriendo cien metros planos junto a esos dos franceses, veo que ya marca 3:00:00 a unos 30 metros, pero en vez de soltar aprieto más aún  y cruzo en 3:00:06 brazos en alto, paro mi reloj y veo que marca 3:00:02.


Quedé súper contento, nuevo PB y además ad portas de bajar las tres horas. Me dieron mi medalla, saqué mis cosas me cambié, y fuí por un merecido shop grande de cerveza Carlsberg al aérea de reunión, recordando lo mal que me había sabido ese shop de regalo e Chicago, esta vez me compré uno para celebrar en muy buena onda. Mi objetivo cumplido, corrí, bajé mi marca y llegué feliz, no me voy a amargar por dos segundos. Partí al departamento para ducharme y volver por la Pauli. Al llegar agarro el celular para así trackearla on line, prendo el wifi y mi celular se vuelve loco de mensajes. Abro el primero y aparece un pantallazo del Vicente Arias: "Schneider Electric Marathon de París - Adrián  Rodríguez - 2:59:52" mis amigos me estuvieron siguiendo en Chile desde la 5:00am. Alzo los brazos y solo atiné a exclamar “¡SÍ!”, cómo si estuviera viendo el resultado de un tercero al que le hago barra. Acto seguido caigo de rodillas al piso y apoyo mi cabeza en el suelo y me doy cuenta de que no era otro más que yo. Y lloré a moco tendido así con la cara en el piso como un musulmán que reza hacia la Mecca. Estuve así como tres minutos, "Gracias, gracias, gracias. Diez años, diez años, gracias" es la sensación más única que he sentido en mi vida. No era alegría, ni júbilo, ni tristeza. Yo diría que era de un alivio inmenso. Sentí que me había sacado un peso de encima y estaba infinitamente agradecido. 
Resulta que la partida de los élites fue algo confusa al inicio. Y por la gran cantidad de corredores y un arco extra había prendido mi cronometro diez segundos antes de cruzar la línea de largada.
Me puse a contestar innumerables mensajes de felicitaciones, pasé como una hora en eso. Así que me duché rapidito y fui a buscar a Paulina. En el punto de reunión cerca del Arco del Triunfo. Llevé un cartelito hecho a la rápida. Veo a Paulina cruzando la calle con su medalla y me paro con el cartelito como taxista de aeropuerto: 2:59:52, ella de una pieza, en el bandejon central de Avenue Carnot, se pone a reír, nos abrazamos felices y nos sacamos una foto en el mejor lugar del mundo para celebrar una victoria, cual otro, el Arco del Triunfo.
En cada detalle, en cada curva del recorrido me acordé de experiencias. En los túneles, adoquines y puestos de abastecimiento sólo con agua estaba en Rosario, en los paso nivel estaba corriendo en Córdoba, en los planos después del 30 en Chicago recordando no desconcentrarme, cuendo el calorcito se comenzó a sentir y buscaba sombra estaba en Boston, en el pique final era Berlin, Niágara y Chicago nuevamente. Toda la experiencia de años salió a relucir en esta carrera. Y como dije "no seré el maratonista on más talento, yo no bajé las tres horas en mis primeros intentos, pero nunca me faltó dedicación, trabajo y tesón. Porque amo el correr, ese correr solitario y terapéutico, ese correr con amigos acogedor, ese correr después de un día agotador. Es cuando corro que me siento en casa y compartir mi casa con la gente que quiero es un regalo del cielo. Estas 2:59:52 fueron sin duda un regalo del cielo"




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