Y finalmente Mila llegó al mundo, y supo llegar en un momento bisagra: Pandemia en retirada, mayores libertades y menores agobios. Y de paso, Mila logró algo impensado: Me otorgó el título de Abuelo, Nonno, Tata, Yayo, Avis... aun no está definido, cuando hable y con el tiempo será ella quien me investirá con el mote que elija.
En este mundo de nuevas perspectivas y vivencias, lo relevante cobra importancia y lo superfluo, bueno, lo superfluo se presenta tal como es, banal. ¡Qué más banal que correr! Un pasatiempo que cobra relevancia y que nos llena la agenda, pero a la larga es solo eso, un pasatiempo.
Tantos años invertidos en este pasatiempo nos torna fanáticos. Buscamos y probamos de todo en metodologías, nutrición, tecnología, asesorías. Leemos de todo buscando atajos, para mejorar nuestras marcas, para bajar de 4 horas algunos, de tres horas otros y unos pocos de 2:50. Y todo para quedar el el lugar 48, 67 o 255 según sea el volumen de participantes. ¿No es acaso una locura obsesionarse con una marca X para llegar 40 minutos después del ganador de nuestra categoría? Cuántos errores -y horrores- he cometido por lograr una marca intrascendente.
Pues bien, experiencia y madurez de por medio, el running se devela como lo que es, un pasatiempo apasionante que brinda una cuota de emoción a la rutina de vida, nada más ni nada menos.
Me estuve preparando para ver a Mila desde septiembre cuando fuimos a ver a la Vale a Valencia. Ella tenía 6 meses de embarazo y ni siquiera habían decidido el nombre con Carlos, el papá. Fue un proceso bonito, vivido en la distancia. Y como todo embarazo, con ansiedades y esperanzas. Teníamos decidido viajar a conocerla en enero o febrero dependiendo del día de parto. Y bueno, se atrasó un poco conque finalmente compramos pasajes para febrero.
Como runner veterano, uno siempre busca una maratón en fecha de viaje cerca del destino y fantasea con correrla. Pero cuando resulta que el maratón queda en una ciudad a 70km de la casa de tu nieta, bueno el asunto cae por su propio peso. Así fue no más, Castellón y su maratón número 12 se corrió el domingo 27 de febrero, cinco días después de mi arribo a Valencia.
Tras Viena 2021 viví un periodo extraño, me encontraba fundido, andaba cansado casi siempre y sin ganas. Entrenaba poco y trataba de motivarme sin muchos resultados. Por lo mismo decidí consultar a un médico deportólogo. Aproveché de realizarme exámenes de salud, de corazón, test de esfuerzo y niveles hormonales. De todo aquello salió afortunadamente un corazón sano, un VO2Max de 61.1 que me sorprendió y resultó que soy hipotiroídeo. Muchas cosas encajaron y comencé a tomar eutirox tal como el 40% de los mayores de 50 años lo hacen. Justo cuando comienzo a reponerme, me lesioné del tendón de Aquiles derecho. Dique seco por 3 semanas sin hacer nada, descanso forzado y punto.
Recién en diciembre pude trotar suave, y poco. Ya estaba inscrito a Castellón pero estaba en plan de sólo terminarla. Con 35km semanales y ocasionalmente una breve sesión de velocidad. No habían muchas perspectivas, así que fui tomando la planificación semana a semana. Recién al final del mes pude empezar hacer un largo, y qué largo: 20km a paso de carreta.
Enero. Pensaba que 7 semanas eran suficientes para lograrlo, así me enfoqué en al menos hacer largos como la gente. Y lo hice, solo para llegar hecho polvo adolorido como un novato. Al menos mi tendón estaba completamente operativo y mis volúmenes eran adecuados para no zozobrar en tierras hispanas.
Toda mi metodología cambió, finalmente hice ciclos de 2 semanas duras por una suave. Llegado febrero hice tres semanas seguidas duras cuando empecé mi ciclo de umbral, al menos mis largos resultaban menos tortuosos. Finalmente mis proyecciones eran tranquilizadoras. Estaba para correr en unas 3 horas 20 minutos, si era más no pasaba nada, y si era menos, agradecido y contento. Bajo 3:19 saltaba en una pata.
Ya en Valencia, empezamos a conocernos con Mila, "este olor no lo conozco, este lento latido tampoco, qué voz poco familiar siento" imaginaba las cosas que a Mila se le pasaban por la cabeza cuando este novel abuelo intentaba abrazarla. No fue fácil, requirió armarme de coraje pero conseguí tenerla en mis brazos por algunos segundos sin que llorara.
Fuimos en familia a Castellón, agarramos el tren el sábado. Y pasamos por el número de inmediato. Carlos debutaba en 10K, Paulina también se inscribió en 10K y la Vale junto a Mila oficiarían de porristas. No hubo suplementos, ni aminoácidos, ni omega 3, ni nada! Solo fideos, mucho arroz, un par de cervezas y harto líquido los días previos. Más sencillo que echarle agua. Lo único que pensaba era que iba a estar fresco, y no había tenido una maratón fresca desde Niágara el 2014, así que estaba feliz de sufrir menos en ese aspecto.
El día del maratón, salí de mi hotel, hice el calentamiento y me encajoné por a penas 15 minutos. La partida estaba a 100m del hotel, así que más relajado imposible. Salimos fluidamente y me puse detrás del pacer de 3:15, esperando guardar un poco de margen para lograr ese sub 3:20. Pero oh sorpresa cuando veo mi pulso, estaba bajísimo, a menos de 140 pulsaciones. Con lo que decido esperar hasta el 5K, donde subo la apuesta, quizá acercarme a 3:15 esté a la mano y me paso a una grupeta de 6 que iba a ritmo de 3:12, pensando que por lo general pierdo de 2 a 3 minutos en la segunda mitad.
Kilómetro 3 en grupo de 3h15m |
Me fui chupando rueda descaradamente hasta el kilómetro 22K, recién allí empecé a tirar del carro hasta el 26K. Fijé como límite 150 pulsaciones, y todo iba bien. Solo que en el 28K mi grupeta se disgregó. Quedé solo y veía 200m más a delante mis dos puntales que tanto me habían ayudo. "Estos van por las 3:10 -me dije- yo creo que estoy para 3:13". Cuando en el 32K decido tomarme mi shot de 200mg cafeína junto con mi último gel (con cafeína también) y empiezo a acelerar levemente. Comienzo a acercarme a mis amigos y ya en el 34K pillo al primero y de allí en adelante mi ritmo crecía cada vez más, mi pulso iba en 159 pero no estaba en absoluto agitado. En el 36K pillo al otro y de allí en adelante era una carrera a ritmo de 10K. 162, 163, 164 pulsaciones mientras seguía acelerando y pasando corredores. 40K y volando, veo a la Pauli, Carlos y la Vale gritando con todo. "Vas súper bien!!!" me grita mi señora "Lo sé!" le respondo. A falta de 600m mi grupo de porras nuevamente, la Vale me grita "Recta y meta!" Carlos me grita "Venga Adrián!"siempre los metros finales son duros pero venía repitiéndome un mantra desde el 36K "Perro viejo no arruga, perro viejo aguanta" para sostener el ritmo. Y cuando veo el arco y el cronómetro en 3:09 ¡Qué sensación! saboreé esos últimos 100m como nunca antes. Crucé eufórico y feliz esa meta, más allá de cualquier pronóstico 3:09:32. Todavía no lo creo.
Saboreando el momento previo a cruzar la meta |
Llegué tan entero que ni siesta hice, nos reunimos y pedí tomarme una foto con Mila en brazos de Carlos. Quería que ella supiera que estuvo con su abuelo en el maratón de Castellón. Que cuando crezca y decida practicar algún deporte sienta que el deporte es parte de la vida de su familia, que crezca sana, saludable y feliz ¡Qué más se puede pedir para una criatura a quien uno ama!
Finalmente partimos a almorzar en familia. Todos felices, llenos de energía y con el alma llena, llena de Mila que ha sido la razón de este viaje, y será la razón de lo que queda de vida.
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