Hace rato que quería volver a Rosario, necesitaba un lugar que me acogiera, esos lugares íntimos donde tienes una historia. Lejos de la parafernalia de las grandes ciudades y sus masivas maratones, Rosario es un maratón pequeño, bien organizado y cercano a casa.
El grupo: Adrián, Carlos, Pamela, Ma. Ignacia y Jorge |
Inicialmente íbamos en plan de apoyo para Mario Vargas en su intento de batir el WR cat.70-75. El grupo de Gladiadores Rosarinos original -sólo hombres- era el propio Mario, Sergio Vitali, Carlos Gallardo, Seba Letelier y yo (luego se subió Jorge Plaza de los Reyes). Pero a medida que se aproximaba la fecha se fueron cayendo uno a uno. Sebastián por temas de agenda, luego Sergio por problemas en la rodilla, a falta de dos meses Jorge se tuerce el tobillo en un hoyo y quedó en incertidumbre, y la guinda de la torta: Mario, la razón de nuestra empresa, se desgarra los izquiotibiales en los 21K de Santiago. Sanos, solo Carlos y yo…
Afortunadamente Jorge logró recuperarse y finalmente fuimos tres los amigos que partimos para Rosario. Los entrenamientos para esta carrera estuvieron lejos de ser ideales. Carlos lidiando con el peso, Jorge parado un mes por el tobillo y yo entrenando lo que se pudo en Génova y Valencia, para apretar las tuercas a falta de 6 semanas para la competencia.
Con todo, nunca perdí el enfoque. Esto era un viaje de amigos, para reforzar lazos y visitar a mis viejos amigos rosarinos (Fernando, Rolando y Bianchin). Nunca he planificado menos un maratón que en este.
En Rosario nos reunimos los tres más la Pamela y Ma. Ignacia (hija de Jorge). Hotel Savoy como centro de operaciones regular (yo estaba en otro a cien metros). Los alrededores del centro cambiaron mucho desde la última vez en 2015. Hay mucho más movimiento, más oferta gastronómica y lo mejor, el cambio favorable resultó súper conveniente.
El día de la carrera lo tomamos con calma, nos fuimos caminando a la partida falta de una hora para el inicio. Mi plan era simple, correr en una banda de tiempo entre 3:10-3:20 y probar una nueva estrategia de nutrición: 2 Botellines de Maurten 320 + 2 Geles Maurten con cafeína + 3 pastillas de sal como de costumbre.
Pagamos el paquete extra con salida VIP, con esto accedimos a una carpa a 20 metros de la partida y un encajonado por delante de los mismos elites, lo que nos dio mucha vergüenza. Pero valió la pena. Nos dimos un apretón de manos los tres y nos preparamos para el disparo.
8:00AM ¡Bam y partimos! Agarré ritmo, seguí controlado mirando mi pulso, cruzamos el túnel y me embargó el sentimiento de que estaba donde tenía que estar. Subimos por Av. Oroño, luego el Parque Independencia donde el sol y la tenue humedad jugaban entre el follaje de los árboles dando una imagen cuasi bucólica que me maravilló ¡Sí, estaba donde tenía que estar! En el kilómetro 14 me pilla el grupo de 3:10 y decido unírmeles bajando por Av. Pellegrini. Cuando volvimos a la Av. Belgrano para bordear el Paraná seguía a buen ritmo pero mis psoas y el cuádricep izquierdo venían tiesos. Me imaginé que iba a claudicar pero me dio igual, seguiría hasta donde pudiera y luego bajaría el ritmo.
El grupo de 3:10 era compacto, me ayudé bastante con ellos, nos pasábamos el agua y nos motivábamos. Yo calladito, alargando la zancada, dejando que se fueran en las subidas y recapturándolos en las bajadas. Fue así que llegamos al 30K, mis músculos seguían tiesos pero no me impedían sostener el paso. Ya en el 33K me aprieta un montón mi empeine derecho. Quiero parar para ajustarme los cordones de mis Saucony Endorphin Pro3 pero una vocecita me dice “aguarda hasta el 35K” lo hago, cuando en ese kilómetro veo que el pacer y yo quedamos solos. Él me dice “Uy, parece que le metí mucho este ultimo kilómetro. Oye, tú vas fenómeno, te confieso que me está jodiendo la espalda. Vete mejor, pilla al de adelante, ten confianza”. Yo quería quedarme junto a él hasta el 38K para rematar, pero ante sus palabras me fui. Aumenté la cadencia y de allí en más no miré más el reloj. Supuse que iba rápido, mi pulso aumentó sobre 160 y me concentré en pasar gente. En el 39K los adoquines hicieron estragos, me acalambré el gemelo izquierdo, logré moderarme y soltar. Finalmente la bajada de Av. Libertad para llegar a la meta donde estaban la Pame y la Ma. Ignacia alentando. Crucé la meta feliz incrédulo, había corrido en 3:09:26 con calambres y tieso desde el 17K.
Me fui derechito a la carpa VIP, comí unos sándwiches cuando en eso escucho al locutor “corredor de Chile!” y fui a ver a Jorge quien llegó en 3:22 (inimaginable). Luego de los abrazos nos cambiamos y fuimos por las niñas a esperar a Carlos quien llegó en 3:44 así que todos quedamos muy contentos y conformes.
Esa misma tarde Carlos y Pame se devolvieron a Chile. En cambio Jorge, Ma. Ignacia y yo nos quedamos hasta el lunes. Con que fuimos al restaurant Don Ferro a comer carnes ¡Espectacular cierre!
Como corolario solo me queda pensar que este ha sido un viaje de amigos, que nació por los amigos. Rosario siempre ha sido sinónimo de amistad más que de competencia o buscar resultados. Pero así y todo su maratón siempre nos ha tratado bien. Finalmente el resultado es secundario, es lo que has vivido y las emociones que sentiste lo que llena tus recuerdos. Eso es Rosario.
Comentarios
Publicar un comentario