Maratón de Rosario 2015, una linda pero húmeda experiencia


Esta fue mi tercera vez en Rosario, tierra querida de buenos amigos. La primera vez que la corrí el 2008 clasifiqué a Boston y la última vez el 2013 hice mi récord personal pegándome un salto de 9 minutos. Rosario entonces solo me ha dado alegrías.
Con esos antecedentes me preparé lo mejor posible para ver si podía volver a mejorar mi PR y de paso acercarme al sub 3:00. Estaba medio picado, pues el 2014 en Montevideo llegué sobreentrenado a un circuito ondulante-ventoso y en Niágara me tocó fuerte viento de frente desde el kilómetro 14 hasta el final. Quedé chato con el viento, correr contra una pared invisible que te frena todo el rato es súper penca. Por eso elegí Rosario: allí prácticamente se corre sin viento.


Fui con un grupo de amigos muy choro, con todos ellos alguna vez he corrido allá salvo Gonzalo Roure quien debutaba en esas tierras argentinas. El viernes 26 de junio, Luego de un vuelo a Buenos Aires, fuimos con mi compañero de pieza y “Rosarino emérito” Carlitos Gallardo al terminal de buses. Carlos fue a acompañarme pues –inicialmente la iba a correr- viene saliendo de una cirugía de rodilla.
En el hotel: Adrián Rodríguez, Sebastián Letelier, Carlos Gallardo, Pablo Carrasco y Gonzalo Roure
Ya en el hotel nos reunimos con Sebastián Letelier, Sergio Naranjo quien iba con su hija Francisca y posteriormente con el mencionado Gonzalo y Pablo Carrasco.
Fuimos a buscar los números, que esta vez se hizo en el Mall Alto Rosario en una especie de salón de eventos enorme, donde se habían varios expositores y demostraciones de diversas disciplinas en el marco de la Feria del Deporte.
Nuestros amigos de la organización nos volvieron a hacer el gesto y obtuvimos partida elite, luego a comer pastas y  a dormir.
Puente Rosario-Entre Ríos 

El sábado el amigo de rosario Iván Bianchín (corredor de 2:50) nos fue a ver y llevó de paseo al puente que une Rosario con Entre Ríos, fue un paseo hermoso junto al Paraná, donde conocimos Puerto Norte, un barrio nuevo tipo Puerto Madero. Muy chic. A la hora de almuerzo…más pastas y la polla. Todos apuntábamos a muy buenas marcas, en mi caso 3:02, a sabiendas que iba a estar medio complejo el clima, pero al menos no habría viento.
El domingo por la mañana chequeo accuweather.com y no iba a llover, solo nubes, aunque con algo de temperatura: 18º-20º durante la carrera. Reconozco que me sentí aliviado, total esa temperatura no está nada mal. Se me olvidó un detalle: la humedad.
Ubicados en el corral elite salimos a buen ritmo. Naranjo parte adelante y yo tras Sebastián, cruzamos el túnel del 2K y luego subimos por la Av. Oroño y sus palmeras. Seba me comenta “tengo el pulso en 158! Y tu?”, “yo en 156” le replico. “voy a soltar a ver si logro regularlo”, y es que lo teníamos algo elevado tan temprano en la carrera. Dejo a Seba y me pego a Sergio Naranjo. Nos fuimos hombro a hombro, pasamos por el estadio de Newell’s, el Hipódromo, Av. Pellegrini y nuevamente por la costanera, era el kilómetro 14. Por delante nuestro dos mujeres flanqueadas por sus entrenadores, Sergio literalmente pegado a ellas (pensé incluso que podrían molestarse o tropezar) me hace señas: “Estas locas van a ritmo impecable, a usarlas de liebres”. Me pareció un buen plan, solo que en el 19K comenzaron a alejarse sacándome 20 metros. Pasé la media en 1:33:45 a 10 segundos del pack anteriormente señalado.

Iba bien pero el pulso se mantenía ahora en 158. Ya en el 24K algo no andaba bien, comencé a pasar los kilómetros a 4:37-4:40. Ya por el 30K a 4:45 y así. En dicho punto hay un retorno cerca del estadio Gigante de Arroyito de Rosario Central, me cruzo con Naranjo, ya me sacó 400 metros. Ya de vuelta me cruzo con el Seba a un kilómetro y oh! Sorpresa Gonzalito Roure a escasos metros del Seba.
Normalmente en el 32K había iniciado mis remates en las ediciones anteriores, esta vez pasé a penas bajo 5:00 min/km. Cuando se abrió el cielo y salió el sol… plaf!!! Humedad peor y nada de brisa, agarraba vasos de agua y los tiraba sobre mi cabeza, alivio que duraba sólo un minuto y vuelta a ese sofoco. Mi cabeza la entretuve proyectando marcas: “bien si hago 46’ en estos últimos10K llego en 3:08…. Parece que 3:09, ¡al menos bajo 3:10!, chuuu voy a 5:05m/km, bueno 3:12 no está mal…. 3:13, tampoco. Ay, cuándo chuch.. se va a acabar esto, kilómetro 36 mmm ¡ojalá logre bajar de 3:18!...., quiero una cerveza y un lomo…”

Sabía que al kilómetro 40 hay una meseta para luego  enfrentar 1.5Km de pura bajada, me pasa una mina a tranco firme y trato de seguirla empiezo a acelerar con lo que me quedaba, pillo a un uruguayo que estaba siendo tirado por un compatriota, “no se me irá a molestar por lo de Jara” – pensé- pero al contrario , un el tipo me alentó “vamos Chile, dale seguíme no aflojés”. Cómo es de linda la hermandad de los maratonistas en el dolor. Paso al pacer con la banderita de 3:15, última recta, la meta al fondo, cronómetro 3:14:40, “Apreta mierda que hay que bajar de 3:15!” le metí con todo, dolor de cabeza, pecho, guata… y ojos desorbitados para cruzar en 3:14:58.
Me doblo, trato de tirarme al piso, miro las camillas, el mareo, el piso de adoquines. Tengo sed, mi cabeza clama por agua, saco una botella me siento en la acera a pocos metros pasada la meta y allí tirado comienzo lentamente a reponerme. Al poco rato llega un sorprendente Gonzalito Roure 3:23:11 a escasos tres minutos de su objetivo, marca que no lograba desde Berlín 2012, en condiciones normales bajaba de 3:20 seguro. Seba a las 3:27:54 empapado. Nos felicitamos y partimos a buscar nuestras medallas. Ya fuera estaba Naranjo y Carlitos. Sergio, un monstruo, hizo 3:12:30 y si bien no logró su objetivo de tiempo la carrera que hizo bien vale sacarse el sobrero.
Íbamos a esperar a Pablo Carrasco pero me sentía fatal, quería vomitar, me dolía la cabeza y el estómago. No deseaba terminar vomitando sin control y colocándome suero. Caminamos de vuelta por la calle  mirando a los que iban llegando cuando apareció Pablo. “Dale Pablo!!!” le gritamos los cinco, quien terminó en 3:51:22. Luego saludamos a Chechín González –el mejor chileno de la jornada- de Correcaminos amigo de Carlitos, muy agradable. Nos comentó lo de la humedad y que había hecho como cinco minutos más de lo presupuestado, nos pegó fuerte a todos.
Sebastián a mi derecha, Sergio y Gonzalo a mi izquierda. Mi cara lo dice todo, me sentí fatal.
En el hotel, me duché a duras penas y me arrojé en la cama K.O. por una hora. No tenía fuerzas ni para llamar a la Paulina, le balbucee a Carlos “cuéntale y dile que yo la llamo luego…” desperté a las 14:00 y luego de una emotiva conversación con mi señora fuimos a zamparnos unas pizzas.
Gonzalito y la merecida pizza

La polla se la ganó Gonzalo, muy merecidamente. Sé que ya se pegó el salto de calidad, ahora solo falta la oportunidad. Sebastián por fin se sacó la espina y logró correr una maratón después de haberse operado de la rodilla hace un año y su problema estomacal vivido en Tokyo. Pablo Carrasco completó su segunda maratón en Rosario y Naranjo demostró que es bestial en atletismo de resistencia. Y Carlitos, debo decir, corrió el 8K integrativo en 41 minutos  a tres semanas de haberse operado la rodilla sin sufrir molestias lo que le augura una pronta vuelta a las pistas.
Rosario a pesar de todo una vez más fue una experiencia atesorable y no dudo que volveré a correrla.

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