Año nuevo, otro más. De los que tengo recuerdo, quitando los primeros 5 años en que uno no sabe dónde está parado, en el tiempo ya van 43 celebraciones.
Las primeras me enfocaba en mis vacaciones, en lo que iba a jugar o a qué playa íbamos a ir a veranear. En resumen la primera década la visión es a corto plazo.
Ya de adolescente, con más conciencia del tiempo y el espacio, las metas eran a mayor plazo. Metas de notas, y encontrar novia ¡por supuesto!
La década universitaria (considerando pregrado y postgrado), cada año nuevo el principal deseo era académico, soñando con viajar visitando universidades y viviendo en el extranjero. Los sueños en esos años son llegar a ser alguen potente académicamente hablando, ganar peso gremial para finalmente, obtener fortuna.
La década laboral, ahí empieza lo multidimensional, sientas cabeza, los sueños son más acotados. Formas familia, trabajas para pagar tu forma de vida, la salud la das por sentado, tienes fuerza y empuje. Y los proyectos surgen como el maíz. Cada año nuevo, los deseos son hasta difíciles de ordenar: dinero, éxito, viajes, etc... pero todos pasan por una planificación, los deseos están al alcance, y eso motiva a mil.
Esta década, desde los 45 años. Consolidado y sin grandes ínfulas, sabiendo cuanto pesas exactamente en esta sociedad, empieza la pausa. Cada nuevo año ya no resulta tan esperanzador, ya eres lo que elegiste, no hay tiempo para reinvenciones. Y de repente lo único que deseas es tener salud, paz y tranquilidad, porque es eso lo que más valoras ahora.
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